Por si no se están dando cuenta, las cosas están cambiando. Sé que en Jerez las cosas pasan más despacio, lentas, como una noche de verano en el que el sueño hace todo más lejano. Pero después de recorrer gran parte de la península durante estos últimos años uno comienza a atar cabos y hay una verdad que se vislumbra.
La caída del imperio romano tiene ciertas similitudes al periodo en el que nos encontramos ahora nosotros, el de la decadencia de Europa. Como entonces, hoy nos encontramos en una manifiesta caída de los valores tradicionales, un elevado egoísmo aceptado en la sociedad y, no olvidemos, gran cobardía de la ciudadanía.
Es curioso que lo anterior viene unido a la descomposición de las familias, en declive y pérdida acuciada cuya consecuencia principal es la falta de nacimientos y las grandes emigraciones procedentes de África cuyos individuos llegan, se instalan pero, muchos de ellos, no se integran.
Y si a todos estos factores no casuales le añadimos el de la ignorancia nos encontramos con la tormenta perfecta. Es decir, la ignorancia en nuestra sociedad de la información es una paradoja que me deja atónito, pero que sufrimos como una plaga. Y es que ahora tenemos muchos titulados, técnicos cualificados, pocos analfabetos. Pero sin embargo, hay una gran mayoría de la población que no está educada. Verán individuos con varias carreras que son incapaces de escuchar en un diálogo, tener la más sana crítica que disienta de una corriente de pensamiento o, simplemente que tenga capacidad para dar las gracias. No verán a los niños recibir valores de sus padres sino culpar a sus profesores por no tenerlos. No hay educación, ahora hay conocimiento.
Cobardes todos nosotros ahora, como entonces en la antigua Roma, más dispuestos a agachar la cabeza frente a los ineptos y corruptos políticos y poder conservar así nuestros privilegios. Nadie se levantará a defender su cultura, educación y valores si en ello puede perder su comodidad. La cobardía y el egoísmo han corroído los huesos. Los cimientos de Europa se tambalean. La caída ha comenzado, lástima que nadie se de cuenta.