Hoy mi pensamiento se centra en recordar un hermoso e inspirador edificio con el que cuenta Jerez. Su Catedral del Campo. Pocas personas reparan en él, aunque pasen por su calle anexa en imnumerables ocasiones. A pesar de su gran tamaño, la poca atención que reclama resulta llamativo, intrigante y cautivador. Es el complejo de Silos de cereales carretera de Medina.
Cuando uno lo mira con atención, sorprende la altura de la edificación pero también la hermosa composición de sus formas. Espigado, de gran espacio interior, adornado con ventanales a lo largo de sus paredes y con una torreta hermosa que parece vigilar todo el entorno.
Yo, que voy cumpliendo una edad, hace cuarenta años volvía del colegio y el mercancías cruzaba la carretera de medina para adentrarse en aquella estructura misteriosa. Era un proceso complicado, lento pero tremendamente interesante. Ya con los ojos de niño me intrigaba aquél sitio, hoy abandonado y refugio de golondrinas y palomas. Hasta hace relativamente poco tuvo un portero, que vivía con su familia pero se marchó, supongo que jubilado.
Partiendo del hecho de su gran valor histórico, arquitectónico y sentimental hay que entender que en España estos silos empiezan a reformarse y a ser útiles para su entorno. Por lo visto en otras localidades en estos grandes almacenes se proyectan teatros, centros culturales, hoteles, oficinas... Y creo recordar que existió una propuesta hace unos años de su recuperación conjuntamente con la recuperación del cercano vivero municipal de El Retiro. Creo que todavía estamos a tiempo de rehabilitarlo, más cuando su función es ser un almacen sin uso de la Delegación de Agricultura.
Recuperemos nuestra Catedral del Campo.