El primer día de la marcha azul en la calle se cumplió.
Por lo visto la repercusión en los mediocres medios de comunicación de nuestra ciudad fue muy limitada. Nos daba igual. Cuando algo se hace por principios y conforme a la propia convicción lo importante es hacerlo y os voy a dejar ciertas notas de la impresión que me causó la población de Jerez.
Si bien casi todas las personas recibieron bien a los afiliados o colaboradores de B.U.X. a la puerta de su casa, con mensajes positivos, lo cierto es que hubo gente que incluso recoger un panfleto lo hacían con verdadero miedo y confusión. En pleno siglo XXI daba la sensación que todavía había alguien mirando lo que hacían los ciudadanos y la autocensura se imponía. No ha quedado atrás en nuestra ciudad el "qué dirán o me estarán mirando o que no me vean que pienso libre". Y es que aquello que escribí sobre los prejuicios de los jerezanos (sobre el miedo y la parálisis que causa) se podía ver tanto en la calle como en las personas. De todas formas esto sólo ocurrió un par de veces, y sobre todo a personas mayores. Supongo que no habría que generalizar porque la mayor parte de la población nos recibió con las manos abiertas.
También percibí que donde estuvimos -San Enrique y parte de la Granja- vivían en su barrio como si se tratara de un pequeño micromundo donde no aparecía un político desde hacía décadas. Nos miraban con extrañeza pero de forma simpática. Hubo gente que expresaba su insatisfacción con la política en medio de la calle y creo que la mayoría pensó que una actuación como aquella era algo diferente a lo que estaban acostumbrados a ver por su barrio. Diferente, pero positivo.
La verdad es que la Marcha Azul hace que la política vaya a la ciudadanía, esté al nivel del ciudadano y por una vez -fuera de las elecciones- sea el ciudadano el que hable y se exprese y se sienta protagonista. Un diez para todos los que participaron.
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