Lo que ocurrió el pasado miércoles 13 de noviembre por parte del Gobierno Local fue otro tremendo desatino que todos hemos asumido como algo tan normal como que llueva. Por una supuesta previsión de la Agencia Estatal de Meteorología se impusieron las medidas previstas en un protocolo de Protección Civil. Ello suponía que en un día en el que no llovió ni una gota de agua se sembró el pánico, un miedo atroz en la ciudadanía que se encerró en sus casas, llamando a "... que se extremen las precauciones, limite la movilidad y sigan las indicaciones de las autoridades, manteniendose informados de la predicción meteorológica más actualizada".
Dicho y hecho. Se procedió a suspender el servicio de transporte tanto urbano como de la zona rural y se cerró parques públicos e instalaciones deportivas al aire libre, suspendió actividades municipales y cerró el Zoobotánico y el Cementerio así como de todos los equipamientos municipales. Incluso se cortaron calles como la Porvera, Honda, Arcos, Alameda Cristina, Paquera de Jerez, Sudáfrica, los puentes de las Olimpiadas y de la Pepa y las zonas de la venta Quitagolpe y Zafer. Tambien la Junta suspendió las clases en los centros educativos al igual que la UCA.
Pues bien, la ciudadanía ante tanto intervencionismo respondió con un miedo que hizo que la ciudad se paralizara. El ambiente respiraba miedo, un temor que paralizó la vida, enclaustró a una mayoría de ciudadanos y demostró lo dóciles que somos, como los políticos nos tiene en sus manos y saben lo que es mejor para todos nosotros sin darnos la posibilidad de decidir qué debemos hacer. ¿Cómo es posible que por una previsión meteorológica pueda modificarnos de tal forma la vida?
Y mientras que me preguntaba cómo era posible aquella situación recordé los años atrás cuando no existían páginas de meterología, niveles rojos, naranjas o amarillos, ni protocolos de protección civil, ni danas, ni nada de esta porquería que nos están inyectando en la cabeza. Todo para mantenernos sentados en un sillon, sin pensar por nosotros mismos, aludiendo a un interés general que no existe y atemorizándonos de forma constante para privarnos de la libertad y nuestra propia decisión.
Yo recuerdo haber ido al Colegio bajo auténticas trombas de agua, ventiscas, con los zapatos y calcetines empapados, y andando. Pues no pasaba nada, señores. Los padres decidía si sus hijos iban o no al Colegio y si llevabas un paraguas o si te acercaban en coche. No se trata de que haya ahora Danas, se trata de que ahora te insuflan miedo desde la política para mantenerte atemorizado. Temor sobre el clima para manipularte a su antojo, justificando sus decisiones en proteger nuestro miedo. Recuerden que a éstos no les interesa la vida de un ciudadano, le interesa su bolsillo y el poder.
Este nuevo mecanismo para limitar y restringir la libertad de la ciudadanía es reciente, pero no será ni el primero ni el último. Porque el intervencionismo sobre el ciudadano es la base de su poder. Ya ocurrió con el Nazionalsocialismo de la Alemania de los treinta. Se utilizó el interés general para restringir a la ciudadanía, por su propio bien, por su seguridad ya que usted no sabe protegar y mucho menos decidir. Ya está Papá Estado para apoderarse de su libertad. Estamos otra vez en aquella situación, aunque no sean las mismas circunstancias. Ayer fue la Dana, mañana será su educación (woke), su sanidad (covid) y sus circunstancias (agenda 2023).
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