Cuando alguien representa a un colectivo como la comunidad cristiana de la Diócesis tiene que tener cuidado al expresar, con prudencia y entendimiento, cuales deben ser sus actos y opiniones. No se trata de que no tenga opinión sobre un determinado asunto, se trata de que su opinión suele representar a un número superior de voluntades y debe ser aglutinadora de todas ellas. Pues bien, el obispo de la Diócesis de Jerez ni ha sido prudente, ni razonable y, por no rectificar, ha sido hasta torpe.
Conste de que no tengo constancia de la preparación de dicho obispo para su cargo, pero por los hechos lo conoceréis. Y mal me parece haber actuado en cuanto a la firma por la solicitud de la concesión del indulto a Pacheco. Porque en ello, como se justificaba su Excelentísimo y Reverendísimo, no se ejerce un derecho constitucional sino una petición excepcional una vez agotada todas las vías de recursos. Y digo excepcional porque debería ser así, no para todos los casos. Y el caso de Pacheco no es excepcional porque no se trata se trata de una persona que ha pedido perdón, no ha devuelto el patrimonio jerezano desviado, ha generado un daño excepcional a la institución del Ayuntamiento, y discrimina a tantos y tantos jerezanos que entran en prisión con unas penas mucho más leves.
Resulta ridículo, indignante y sonrojante, las explicaciones del obispo sobre por qué Pacheco y no otro; por lo visto el Sr Majuelo dice que "la diferencia entre éste y otros indultos que te piden que apoyes es que el de Pacheco sale en los medios". Por mucho que podemos interpretar una bien intencionada respuesta a estas palabras no cabe en cabeza humana que se indulte a alguien porque sale en los medios de comunicación. Debe ser que en la sociedad en la que estamos resulta más importante alguien que sale en Sálvame Deluxe que en una revista científica. La popularidad, aunque sea mala, parece ser un criterio diferenciador positivo para la sociedad, incluido el señor Obispo (es requisito para ser obispo tener buena fama). Supongo que la mediocridad política de esta ciudad tiene su reflejo en la Iglesia. Es sorpresivo que esta sociedad tenga a su cabeza a tan pocas personas razonables; ello explica la situación que vivimos.
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