No seré yo quien defienda a quién ha cometido tantas irregularidades al frente de nuestro ayuntamiento (léanse los artículos de esta página) y que ha provocado una deuda de 600 millones de euros a todos los jerezanos. Pero más allá de su gestión política, su vertiente como detenido y ahora como preso, me deja tantas dudas como verdades. Dudas de que su ingreso en prisión haya sido inmediato, relámpago, de portada de telediario, como si se tratara de un escarmiento ejemplificativo de todos sus pecados en el rollo de la plaza pública de Jerez. Verdades de que, no me equivoco al afirmar esto, existen culpables de altas esferas y no tan altas de la política que disfrutan impunemente de un salvoconducto para permanecer en su casa. La Justicia no es un cachondeo, la administración de justicia no es justa, y va a varias velocidades según el color político y según quién tenga delante. No lo generalizo a todos los profesionales que están en los juzgados pero, sinceramente, sí a muchos de ellos. No hay justicia en este país, hay un aparato judicial caprichoso y, a veces, peligroso.
Pacheco tenía que entrar en prisión. Es cierto, iba a entrar. Pero mi pregunta es, releyendo el informe de la Unidad Central de Delitos Económicos y Fiscales (UDEF) "la apertura del procedimiento negociado sin publicidad: Dymaco cobró el 50% del montaje de la infraestructura de Jerez en Madrid, el 12 de enero de 2004, tres días antes de que Pelayo firmara la resolución para adjudicar los trabajos a Special Events y cuatro jornadas antes de que el IPDC notificara a la empresa de la red Gürtel que había resultado ser la adjudicataria del contrato", ¿es ciega la justicia, tuerta o ve perfectamente? ¿qué balanza utiliza? ¿usa todavía su espada o mata moscas a cañonazos y elefantes con dardos?
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