sábado, 14 de septiembre de 2013

El cuento de la buena pipa



Ayer viendo un reportaje de investigación de la Sexta "No sin mis hijos" me pareció reconocer uno de los autobuses urbanos de los que padecemos en Jerez de la Frontera (Argelia); los que regala la ciudad de Madrid a los países que no pueden costearse unos propios. Tartanas que se arrastran sobre nubes de humo negro y se trasladan por los adoquines de la ciudad con la finalidad de desplazar a sus habitantes que nada tienen que decir. Comen, si les dejan, engordan, si pueden, y mueren. 

Ciudadanos a los que veo muy animados, por cierto, en la feria de juguete que se ha montado en la Alameda Vieja. Que no olvidemos, nunca, nunca, fue otro plagio electoral de García Pelayo (el enésimo) sobre las ideas del programa político de BUX. Lástima que no supiera crear o interpretar la idea que expusimos en condiciones. La copia es mala, burda, grotesca y de toque surrealista. Lo que es una mala copia en todos sus términos pues la idea no estaba pensada sobre una feria de bares disfrazados de casetas de cerillas, sino en una Feria diurna de vino y festividad de vendimia sobre todo el centro, afectando fundamentalmente a la calle Larga. 

Qué lástima no poner el mismo empeño que se pone para este tipo de engendros y no ponerlo para verdaderas ideas emprendedoras sobre turismo y economía como la de Asta Regia. Pero qué vamos a esperar de un país en el que el ministro de Agricultura, a través de una empresa como tracsa, financia las obras del reasfaltado de una ciudad (Jerez) que parece haber sufrido un terremoto. Tiene que ser Agricultura, el Ministerio de Agricultura, que nada tiene que ver. Esperpéntico como lo es que la senadora que hace de alcaldesa de esta ciudad no haya pisado el senado todavía. Es algo así como la ruleta de los absurdos; eso sí, absurdos que cuestan dinero, mucho dinero, a todos los contribuyentes. 

Y qué me dicen de la gratificación a la que ayer buxjerez.com hacía referencia y que había ido a parar al bolsillo de un señor que cobra el segundo sueldo más alto del Ayuntamiento (que ya es decir) y a su vez la productividad de 17 mil euros anuales. En qué ciudad vivimos. Qué clase de energúmenos nos dirigen. Pero además tienen el rostro de marmolillo para afirmar que está justificado porque hacía tareas de apoyo. En qué ciudad vivimos, repito. ¿No es suficiente la miseria que se ve en todas las calles de esta ciudad para darse cuenta de que no se puede disponer con semejante frivolidad del dinero público?. Me recuerda aquella frase de Pérez Reverte; si conociéramos realmente la estupidez de los que nos dirigen, habría una revolución y la gente se echaría a la calle para recuperar el poder.

Por cierto, estamos ya en campaña electoral. Sí, aunque no se lo crean. Y les voy a decir por qué lo digo. Yo suelo pasar por la plaza Aladro habitualmente, todos los días. Lo llevo haciendo lustro atrás y siempre he visto la fuente y los jardines abandonada a su suerte durante tres semanas para luego ser revisada por un operario. A lo sumo, durante años, he llegado a ver tres operarios de jardines en la plaza Aladro (de ellos dos miraban). Pero este lunes, la cosa cambió. Coincidiendo con la orden de Mariano Rajoy de recuperar la calle porque, por primera vez en varios años, el PSOE  ha superado al PP en intención de voto (orden política que fue publicada en los periódicos nacionales), pude contar a nueve empleados de parques y jardines recortando los setos, adecentando los jardines, limpiando la fuente, cepillando las losas. Es decir, casi tres veces más operarios de lo que he visto durante cinco años en la misma plaza de mes en mes. Nueve operarios. ¿En qué se han convertido estos políticos? ¿En qué los hemos dejado convertirse?

No se dejen deslumbrar por pirámides refulgentes o losas que brillen más que los espejos. Nada de esta fábula para ciudadanos burros tiene coincidencia con la realidad. Se trata de una ilusión preconcebida y maquinada en la mente manipuladora de la clase política. Los servicios públicos en Jerez son de república bananera; el dinero que se recauda se consume en los bolsillos de la administración política; la mentira no es explícita sino solapada; la prensa no es libre sino robada; no se prejubila sino se despide; y Pelayo siempre dice la verdad, aunque sea media.

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