¡Dónde estará el duende verde, dónde duerme!. Eso me pregunto. Estamos hablando de alguien que tuvo una representación de miles de personas y no lo verás implicado en los temas de la ciudad, liderando su partido político con infraestructura nacional, con sede central permanente y que le pagan, sin censuras como nosotros, que hablaba de representar a los ciudadanos y muy mal de las propuestas de los otros partidos. Dónde están las suyas, dónde su trabajo que no sea el de atentar contra la vida de spiderman (perdonen la ironía). Otro Carromero más de la vida, o que quiere serlo; aquél asesor del grupo del PP en el Ayuntamiento de Madrid, buscando recopilar datos para los plenos del Ayuntamiento de Madrid y aquél de Jerez. Quien sabe, a lo mejor llega a ser alcalde del Ayuntamiento como Ana Botella. No se necesitan muchos requisitos; el único, estar en el momento adecuado en el sitio conveniente. La torpeza cuenta en el curriculum.
Aunque se me podría decir que ahora no existe vida política, administrativa, económica...en Jerez porque lo que se ejerce desde el ayuntamiento es como el Quidditch para Harry Potter, o como salir en Onda Jerez para Pelayo; un entretenimiento necesario. Es cierto, porque inaugurar glorietas y canjearlas por un número de votos no es política. Eso es caciquismo. Puede ser, pero que bien le va a la gente que canjea esos votos. Ahí está Pedro Pacheco. Ahí están los miles de tortas que lo votan y los tortas que están ocupados en otros asuntos que no votan. Responsables, uno por votarlo y otros por no botarlo. Tortas y más tortas, responsables de que esté en el banquillo y en el pleno. Lástima de tortas, hay demasiados y se golpean una y otra vez el pecho.
Porque cada vez que miro más Jerez me recuerda al pueblecito ese que sale en la película "la invasión de los ultracuerpos". En nuestro caso, la invasión de los ultracomplacientes. Los ciudadanos complacientes en nuestra ciudad. Es como si alguien los hubiesen alienado desde otra galaxia. Porque hay dos tipos de personas en Jerez; los complacientes; y los que sostienen el estado, los trabajadores, autónomos, pequeños empresarios, pagadores de impuestos, ... Aquellos están y son complacientes (siempre con sus excepciones), luchando por no perder lo ganado, luchando solo por conservar su beneficio o su posición y, por otra parte, éstos (no complacientes, siempre con sus excepciones), pretendiendo llegar al estado de los complacientes, adquirir una posición entre ellos, soportando las cadenas de la crisis y sus envites como pueden. En Jerez esos matices son más difusos. Porque trabajadores hay pocos, pensionistas hay más que bastantes, y de otras clases cada vez menos. Pero lo que sí hay es un estado de necesidad latente en la ciudadanía de llegar a ser un complaciente. Y muchas veces no se trabaja lo suficiente para ello, o no se tiene el halo divino para ser otorgado por ese sino, aunque veamos en la televisión algo diferente. O creamos que todo el mundo tiene derecho a una pensión.
Y a los complacientes no les gusta la gente comprometida pero a la vez, ante los problemas, espera que "alguien" haga algo. Es posible que la vida les haga mezquinos, o también conservadores. Pero lo cierto es que no cejamos de criticar al vecino que se mueve y lucha y es comprometido, al que triunfa trabajando, al que más acento tiene de Jerez por serlo, al que se le reconoce escribiendo, pero votamos las mayorías absolutas de los ladrones y especuladores políticos, a la vez que gillotinamos al que se enfrenta a la suerte que aquellos os sirven en los telediarios, sin conocerlos. Por eso un signo para reconocerlos será el siguiente; si conoce a alguien que reclama impetuosamente en un taller los 30 euros de la mano de otra por una avería no arreglada y luego conoce que esa misma persona paga el IBI o el impuesto de matriculación sin levantar la voz ante la política mezquina de Jerez y de los partidos del pleno del Ayuntamiento, que vota a los mismos por muy mal que lo hagan o le da la razón al que hable con empalagoso tono fino norteño ; ahí puede tener uno. Ése es un síntoma evidente que le ha invadido el germen de los ultracomplacientes. Podrá reclamar algo propio, que cree justo, pero no se implicará por el común de todos, que cree ajeno. Es superficial, rencoroso y envidioso. Pretende el bien ajeno por el hecho que no sea el del vecino. ¿Saben cuantas personas votaron a BUX del bloque -sobre las treinta personas- en el que yo viví desde los ocho hasta los treinta años? Ninguno.
Hoy escuchaba en la radio una persona que había escrito un libro "qué haríamos si no tuviésemos miedo". Pregúntenselo. Qué harían. La pregunta sería ¿estarían delante del ordenador leyendo estas palabras o, en cambio, estarían paseando por la ribera de un sueño que nunca había realizado?. Si es lo segundo, me alegro, y si es lo primero, lo siento. De todas formas siempre hay tiempo de romper la cúpula del miedo y traspasar los temores y los límites que nos imponen o nos imponemos. BUX, en política, ya lo hizo, hace tiempo. Besó los labios de la Libertad. Rompió el miedo a decir y ha pensar. Se puede vivir en la idioticia y ser feliz creyendo ser libre. Pero cuán grande es la libertad sancho, el más grande de los dones que nos dieron los cielos, cuando conoces y disfrutas y la abrazas. Eso es la dignidad. Cuán grande és. Aunque haya gente que ni se le imagina.
Aunque se me podría decir que ahora no existe vida política, administrativa, económica...en Jerez porque lo que se ejerce desde el ayuntamiento es como el Quidditch para Harry Potter, o como salir en Onda Jerez para Pelayo; un entretenimiento necesario. Es cierto, porque inaugurar glorietas y canjearlas por un número de votos no es política. Eso es caciquismo. Puede ser, pero que bien le va a la gente que canjea esos votos. Ahí está Pedro Pacheco. Ahí están los miles de tortas que lo votan y los tortas que están ocupados en otros asuntos que no votan. Responsables, uno por votarlo y otros por no botarlo. Tortas y más tortas, responsables de que esté en el banquillo y en el pleno. Lástima de tortas, hay demasiados y se golpean una y otra vez el pecho.
Porque cada vez que miro más Jerez me recuerda al pueblecito ese que sale en la película "la invasión de los ultracuerpos". En nuestro caso, la invasión de los ultracomplacientes. Los ciudadanos complacientes en nuestra ciudad. Es como si alguien los hubiesen alienado desde otra galaxia. Porque hay dos tipos de personas en Jerez; los complacientes; y los que sostienen el estado, los trabajadores, autónomos, pequeños empresarios, pagadores de impuestos, ... Aquellos están y son complacientes (siempre con sus excepciones), luchando por no perder lo ganado, luchando solo por conservar su beneficio o su posición y, por otra parte, éstos (no complacientes, siempre con sus excepciones), pretendiendo llegar al estado de los complacientes, adquirir una posición entre ellos, soportando las cadenas de la crisis y sus envites como pueden. En Jerez esos matices son más difusos. Porque trabajadores hay pocos, pensionistas hay más que bastantes, y de otras clases cada vez menos. Pero lo que sí hay es un estado de necesidad latente en la ciudadanía de llegar a ser un complaciente. Y muchas veces no se trabaja lo suficiente para ello, o no se tiene el halo divino para ser otorgado por ese sino, aunque veamos en la televisión algo diferente. O creamos que todo el mundo tiene derecho a una pensión.
Y a los complacientes no les gusta la gente comprometida pero a la vez, ante los problemas, espera que "alguien" haga algo. Es posible que la vida les haga mezquinos, o también conservadores. Pero lo cierto es que no cejamos de criticar al vecino que se mueve y lucha y es comprometido, al que triunfa trabajando, al que más acento tiene de Jerez por serlo, al que se le reconoce escribiendo, pero votamos las mayorías absolutas de los ladrones y especuladores políticos, a la vez que gillotinamos al que se enfrenta a la suerte que aquellos os sirven en los telediarios, sin conocerlos. Por eso un signo para reconocerlos será el siguiente; si conoce a alguien que reclama impetuosamente en un taller los 30 euros de la mano de otra por una avería no arreglada y luego conoce que esa misma persona paga el IBI o el impuesto de matriculación sin levantar la voz ante la política mezquina de Jerez y de los partidos del pleno del Ayuntamiento, que vota a los mismos por muy mal que lo hagan o le da la razón al que hable con empalagoso tono fino norteño ; ahí puede tener uno. Ése es un síntoma evidente que le ha invadido el germen de los ultracomplacientes. Podrá reclamar algo propio, que cree justo, pero no se implicará por el común de todos, que cree ajeno. Es superficial, rencoroso y envidioso. Pretende el bien ajeno por el hecho que no sea el del vecino. ¿Saben cuantas personas votaron a BUX del bloque -sobre las treinta personas- en el que yo viví desde los ocho hasta los treinta años? Ninguno.
Hoy escuchaba en la radio una persona que había escrito un libro "qué haríamos si no tuviésemos miedo". Pregúntenselo. Qué harían. La pregunta sería ¿estarían delante del ordenador leyendo estas palabras o, en cambio, estarían paseando por la ribera de un sueño que nunca había realizado?. Si es lo segundo, me alegro, y si es lo primero, lo siento. De todas formas siempre hay tiempo de romper la cúpula del miedo y traspasar los temores y los límites que nos imponen o nos imponemos. BUX, en política, ya lo hizo, hace tiempo. Besó los labios de la Libertad. Rompió el miedo a decir y ha pensar. Se puede vivir en la idioticia y ser feliz creyendo ser libre. Pero cuán grande es la libertad sancho, el más grande de los dones que nos dieron los cielos, cuando conoces y disfrutas y la abrazas. Eso es la dignidad. Cuán grande és. Aunque haya gente que ni se le imagina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario