sábado, 30 de junio de 2012

Un Paseo por la Ronda Este



Acomodados y descansando por un instante en la soledad tranquila del fin de semana, frente a los gigantes molinos que se vislumbran a lo largo de nuestro camino semanal en la ciudad, curados de espanto ante la dramática puesta en escena de los actores políticos de nuestro municipio, ayer viernes me di un paseo a la caída de la tarde por la ronda este de nuestra ciudad.

Mientras tropezaba dos veces con el levantado y descuidado pavimento de las aceras, no dejé de reconocer que Jerez se mantiene espléndida en su urbanismo humanista y abierto. Perfectamente, compatibiliza el relajado espacio abierto y el grosero cemento grisáceo, el edificio alto que obstaculiza la visión con el verde diamante de la naturaleza urbana. Es cierto que existen edificios feos y deprimentes pero bajo espacios alegres y abiertos que irradian relajación. A las afueras, allá a lo lejos, se veía Estella como un brochazo blanco del pintor que ha gastado el color verde de en sus entornos naturales.

Y entre todo este entorno de magestuosidad natural y urbanista, me preguntaba qué hacía, en qué trabajaba, qué mantenía, todas aquellas casas que a mi paso veía. No sería el trabajo en grandes empresas que Jerez no tiene, tampoco el trabajo en la fábrica de Botellas, en Visteon, konecta, en las decadentes bodegas, Rumasa, bouncopy, La Voz de Jerez, Urende Jerez y otras cientos de empresas. Un cartél se levantaba orgulloso por encima de la foresta. Sus letras "montesierra" recordaba al jamón jerezano que consolida más de 35 años de empeño empresarial. Sí, algunas empresas quedan pero demasiado ladrillo veía para tan poco tejido industrial. Recordé por un momento de lo que come la gente en Jerez. Dos son sus fuentes principales de trabajo. El ayuntamiento y el Hospital, públicos los dos. No deja de ser paradoja que Jerez tenga más trabajador en lo público que en lo privado porque, si lo pensamos un momento, lo último debe sustentar a lo primero.

Por un momento olvidé la industria jerezana por excelencia. Aquella que de los mostradores surge el producto de la tierra por antonomasia. Esa que siempre está llena de personas que son capaces de endeudarse para pagar su hipoteca frente al mostrador o la barra. La misma que siempre tiene un bullir de personas codo con codo en favor de arregar de palabra. Donde alivian los pesares y se despojan las cargas. Donde la panza engorda y el bolsillo adelgaza. La misma, la industria jerezana. El bar.

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