Permítanme ilustrarles sólo a nivel local con una batería de títulares de un periódico de la ciudad de hoy: "Anticorrupción denuncia otra vez a Pacheco y El Turronero por un pelotazo urbanístico", "La Policía Local protagoniza una original marcha para reivindicar las nóminas", "La huelga de Limasa deja sin servicios mínimos a varios colegios", "Trabajadores de concesionarias bloquean el acceso a dependencias municipales", "Pelayo remite a Hacienda 13.000 facturas a proveedores por valor de 328 millones", "Rompen los cristales de una decena de coches en venta en Puertas del Sur", "La recogida de firmas contra la privatización de la gestión del agua empieza con éxito". La manifestación de los conductores de autobuses de ayer no es ni siquiera noticia, lo cual es paradójico.
Todos la mataron pero ella sola se murió. Eso resume lo que leemos en los titulares. Se trata de seguridad ciudadana, servicios de limpieza, autobuses y suministro de agua, de supuestas ventas de patrimonio municipal fraudulentas, impagos generalizados y manifestaciones varias.
En este ambiente servero para una sociedad en declive o decadencia de valores, ayer presencié uno de los espectáculos más subrealistas que he visto en Jerez. Un grupo de turistas nacionales recibían una lección de cultura e historia jerezana a las puertas del antiguo Covento de Santo Domingo. Desde hacía tiempo sonaban unos tambores a lo largo de calle larga que se dirigían a Cristina. Se trataba de una manifestación de los conductores de autobuses y concesionarias de limpieza. Cuando la manifestación de los impagados llegó a la reunión de turistas lo único que se escuchó fue el Pom-Pom-Pom de los tambores y un silencio sepulcral se hizo entre las miradas de los turistas y los impagados. Un cierto esperpento ridículo y vergonzoso me recorrió la espalda al ver aquella imagen. Me pregunté ¿Cómo hemos llegado a esto? ¿Qué tipo de carencia de responsabilidad ha provocado el desmoronamiento de la sociedad que se suponían que algunos estaban construyendo para todos los demás? Creo que todos conocemos las respuestas. Pero no deja de ser doloroso ver cómo se resquebraja la ciudad y derrumba, poco a poco, por culpa de algunos pero con la total responsabilidad de todos.
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