Cuando Don Quijote deambula por los caminos de Castilla, lo que verdaderamente nos interesa de él no es que esté loco y nos resulte gracioso y admirable su encomiable empeño en deshacer entuertos que luego enmaraña. Nos interesa lo mismo, éso, mismo que cuando uno encuentra un empleo con un salario decente. No nos damos cuenta, pero es lo mismo que cuando celebramos haber tomado las vacaciones de verano o cuando ejercemos nuestro derecho al voto en unas elecciones, sean políticas o de un club deportivo.
La libertad, la libre elección, esa facultad humana que nos hace sentirnos vivo y correspondido con nuestra realidad. Don Quijote era libre para deshacer entuerto o volver a su casa, para atender al perdedor o al ganador, para asaltar a otro caballero, deambular sin rumbo por la ancha Castilla o para dormir en una venta o a cielo abierto. Rezuma libertad el Quijote, pese a que ha pasado tantos años. Igual de libre cuando uno se siente al encontrar un trabajo que le permite dar a su vida una baraja de decisiones, igual que respirar el primer día de tus merecidas vacaciones o depositar el nombre de un presidente en la urna electoral de un equipo de fútbol. Libre.
No se equivoque, la libertad es la vida. No hay ésta sin aquella. Pero qué valor humano más ensombredido por tantos controles, tanto miedo o coacciones y que apreciamos y amamos sin saber que la estamos rozando. Recuerden por qué aprecia y escucha y lee a un periodista libre, por qué le gustan los espacios abiertos, una simple playa llena de sonidos de la naturaleza. Se lo digo yo, porque siente más cercana la libertad, que puede rozarla con las yemas de los dedos en los granos de la arena que se le escapan de las manos.
La libertad la aprecias en una buena canción, que te hace volar. En un viaje que te hizo feliz. En un buen libro que te hace soñar. En la conversación con el amigo querido, o en el beso de tu primer amor perdido. Eras libre en tu infancia, tu libre infancia donde eras feliz, cuando tenías menos limitaciones y muchas ilusiones. Es la misma libertad del Quijote que cabalga sobre rocinante liberando sus pasiones. La misma que libera tu pasión ccuando de repente, sin esperarlo, cantas como un loco quijotesto el gol final que te da una salvación.
Esclavos libertos de Jerez, liberaos.
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