sábado, 5 de enero de 2013

Infraciudad de Dinosaurios


Jerez es un municipio que se encuentra alicatado con mentiras. Reluce, sí, como si fuera un cuarto de baño de colores brillantes porque la obra de alicatado es nueva, pero son mentiras lo que se parchean en vez de losas. Y para pegar esas mentiras no existe mezcla sino más bien un grapado que se desmorona a lo largo del los años y dejan ver el esqueleto escuálido y mortecino de una ciudad que pudo ser una gran ciudad pero que no llega a ser ni un pueblo grande.

La mentalidad de la población lo es todo en este sentido. Si la ciudad tiene una mentalidad de ciudad, Jerez sería una ciudad. Pero no una ciudad corriente sino una gran ciudad. Por el contrario, si se actúa como se está actuando por la población, sin ánimo de aspirar a algo más, sin actitud crítica o conciencia crítica hacia los dirigentes y mal llamados políticos o representantes políticos, sin implicación social y cultural en la realidad o la vida social de nuestra querida ciudad, se produce un estancamiento en la localidad -estancamiento de conciencia común- que deja como consecuencia tener un pueblo, grande en dimensiones y potenciales, pero sin poder aspirar a constituirse en una gran ciudad. Es esa conciencia común ciudadana la que reclama sin concesiones un cambio a mejor, pero aquí todavía nos engañan y nos sentimos engañados pero nos dejamos engañar.

Porque Jerez tiene gran potencial para convertirse en una ciudad de referencia en la Andalucía occidental. Siempre lo ha sido. Desde que se aspirara a crear un muelle o puerto de carga en el Portal, o desde que se pretendiera unir los brazos del río Guadalete y Guadalquivir, o se intentara crear un ferrocarril hasta la Sierra, o desde que se iniciaran siglos atrás la Sociedad de Amigos del país, o desde que se inaugurara a lo largo de los siglos conexiones de tren, aeropuerto, cajas sociales, cajas de ahorro, universidad propia terminada la alta edad media en los claustros de Santo Domingo, suministros de agua o de luz con ránking de los primeros de España, Jerez ha dado muestras de un espíritu innovador en parte de una pequeña población que pretende hacer de su municipio un gran municipio. Pero ese empuje social e innovador de unos cuantos nunca ha podido contrarrestar el anquilosamiento de una gran parte de ciudadanos que se muestran sumisos y faltos de implicación social. Es decir, algunos queremos, otros, la mayoría, arrastran al estancamiento.

La conciencia social nos hará ciudad. Pero hasta ahora, cuando han pasado más de treinta y cinco años de democracia y seguimos padeciendo los mismos políticos con siglas distintas, sus políticas nefastas y sus engaños contínuos, no podemos ni siquiera aproximarnos a ciudades más pequeñas y con menos habitantes en donde la cultura de conciencia común es mucho mayor. Ahí tenemos el caso de Cádiz ciudad, con menor número, con menor dimensión, con más problemas que Jerez si me apuran, pero con una conciencia cultural, ciudadana y social más cohesionada que nuestra ciudad. Pero quizás el caso de referencia pueda ser Sevilla. Aquellos que hayan conocido Sevilla antes de la Expo del 92 y la Sevilla de después lo entenderán. Es cierto que en todo ello puede que tenga que ver la existencia de una administración pública en su casco urbano, con los funcionarios de carrera con más cultura y conciencia cultural, pero en general cuando uno pasea por sus calles se da cuenta de la existencia de una conciencia colectiva ciudadana. En Jerez, todavía nos queda mucho trabajo por hacer.

Curiosamente esa conciencia colectiva de la que Jerez carece es la que a través de hilos invisibles tanto para ciudadanos como políticos en el gobierno local, presiones constantes de opinión pública que contrapesan la balanza entre ciudadano y el interés político, exigencias ciudadanas desde la sombra pero que actúan directamente en la conciencia del alcaldes y grupo político en el gobierno, la que hace que los servicios municipales se presten con dignidad y calidad, terminando con el sentimiento de estafa que acompaña al ciudano que paga muy caro los servicios municipales sin recibir la calidad y dignidad que merece. Es decir, alguien unido a otros tantos miles de ciudadanos, desde su sillón en su casa, presiona al político para que ejerza mejor en su cargo y su función pública.

El ejemplo más claro es Jerez, otra vez. La red de autobuses urbanos. En 2012 dicha red ha sido uno de los mayores fracasos ocurridos en la localidad desde que se inventó la democracia en 1975. Una huelga indefinida que abarcó más de dieciseis semanas. Procesiones invisibles para la alcaldesa de trabajadores con bombos y voces. Pérdidas en el mercado central de abastos y centro de ciudad. Incomunicación ciudadana con partes de la ciudad. Falta de prestación de un servicio municipal esencial. Incumplimiento reiterado, descarado y grosero de programas políticos. Respuesta de ciudadanía; nula. En la actualidad, con un rescate de la concesión por el gobierno local, se impulsa una nueva red de autobuses. Pero con unos autobuses de Madrid, de segunda mano, con más de 100.000 kilómetros a sus espaldas cada uno y con más de diez años de servicios y rescatados in extremis de un destino que era el desguace y servir de piezas de recambio. Pero el servicio comienza y todos nos contentamos con que comience aunque sea con esos dinosaurios móviles. Porque lo poco, tan poco, tan pequeño, tan limitado como es prestar un servicio esencial de servicio público nos parece tanto, que no podemos y no tenemos conciencia crítica para pedir más. Pero ello nos lleva a la perdición.

La perdición a la que nos empuja nuestra conciencia crítica nos lleva a la condena de seguir padeciendo con el servicio público de transporte. Y ahora nos enteramos que, según Facua, Málaga y Jerez son las ciudades andaluzas con el importe más elevado para los bonos con trasbordo, 8,00 euros, que a nivel estatal ocupan la quinta posición. Pero en Málaga el servicio de calidad y aquí un infraservicio propio de una infraciudad, con pago y tasas como en una gran ciudad pero con servicios de una infraciudad. Que no debe llamarse pueblo porque yo he visto pueblos con grandes servicios públicos.

Ser o no ser. Conciencia colectiva o catetismo individualizado. Implicación o desentendimiento. Ciudad o infraciudad. Servicios públicos con precio justo o chapucerismo público a precio de oro. He ahí tu elección. La diferencia de una conciencia ciudadana colectiva. Cultura común. Cultura.

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