No quiero hacer de este comentario una proclama para apalear a nadie, fuera de estos renglones. No es ni mi intención ni con ello se solucionaría nada; ojalá fuera así. Pero ayer, que fui a comprar al supermercado y a dar un paseo por la avenida alcalde Álvaro Domecq, me encontré con dos personajes de la política local de Jerez; una representación soez de la política jerezana. Una ya terminó su singladura por los sillones del consistorio: La delegada socialista de Cultura y Fiestas, Dolores Barroso. Otro, del partido popular, todavía sigue embolsando dinero de los contribuyentes jerezanos: El delegado de Personal, Movilidad y Seguridad, Javier Durá.
Era viernes y el ambiente parecía de lo más jovial. Se veían felices, envueltos en el dinero del contribuyente jerezano. Dolores, estaba comprando y aparentando simpatía. Es de esas sonrisas forzadas que sabes que cuando pasen la esquina estará más seria que en un funeral. Pero sí, desplegando una sonrisa, e intentando derrochar una amabilidad forzada al cajero y a una señora y marido que se le acercó como se le acerca el jerezano que quiere saludar a alguien conocido pero del que solo interesa hacerse notar; haciéndose el tonto. Entonces aparece el falso intento de hacerse el interesado por cómo va la vida del prójimo sin que te importe un pimiento y después de tres palabras parece que los interlocutores están satisfecho del ejercicio de hipocresía y vuelven a los quehaceres rutinarios del vivir, unos con sueldos públicos y otros con miserables. Así, en aquél momento, pensé si deberíamos mostrarnos simpáticos con un personaje que junto a la ayuda inestimable de otros han destruido el porvenir de una ciudad como la de Jerez de la Frontera. Cómo, en vez de reprochar lo que teníamos que reprochar, y hacerlo en su cara, diciéndole las verdades sobre cómo han gestionado a la largo de seis años, vendiendo el término, generando facturas inúltiles, malgastando el dinero honrado que tantas familias les habías dado en confianza, en vez de recriminarles su actuación en la política durante tantos años somos capaces de seguir mirando para otro lado, sonriendo y saludando como si nada. Felices fiestas, dijo la señora, convencida de que había quedado bien porque con gente como Dolores había que quedar bien. Y me pregunté si no es nuestra actuación diaria la que hace que esta gente nos tome el pelo, la cartera y hasta nuestras vidas futuras y porvenir. Seguramente, porque los monstruos de la política los hemos creado nosotros con nuestros votos y nuestra falsedad.
Mi visión de Durá fue más efímera. Fue como cuando pasas al lado de un corredor que está preparando un marathón y le dejas pasar. Ver a ese señor, con el mismo careto impertérrito a lo largo de los años, que pone la cara del PP en los informativos de Onda Jerez, que vive de la cara y de su falsa ingenuidad, que subyace debajo de todas las medidas del PP local en Jerez, y que tenga la normalidad de vivir como si nada hubiese hecho, como si nadie le reprochara su actuación y la de sus acólitos, como si no pasara nada y se pudiese seguir comprando las bufandas de diseño como la que portaba. Me parece todo un juego de mentiras tanto por parte de los individuos que dicen gestionar cuando se trata de saquear y reciben dinero público de los jerezanos por ello, como de todos los ciudadanos que miramos idiotizados lo que están haciendo sin rechistar. Nadie dice nada, todos lo dejan pasar como si su paso tuviese preferencia. Más cuando debería estar arrastrándose por todo lo mal que ha hecho y el mal que ha inflingido. Pero la sensación que me dió era otra. Otra muy distinta. Dejándole pasar como si de alguien importante en nuestra vida se tratara y una alfombra roja recubriera su paso por el acerado.
Creo entender la lectura de estos hechos. No se trata de la sociedad que han creado ellos sino de la que nosotros hemos dejado que creen. Como dice Perez Reverte, son criaturas nuestras. Nosotros dejamos que se compren bufandas de diseño mientras las población se arrastra miserable por las calles. Nosotros queremos saludarlos aunque solo sea porque de vez en cuando salen en onda jerez. Nosotros hemos perdido el sentido común para poner a cada uno en el sitio que se merece. No se trata de sus sonrisas ni sus bufandas. Se trata de nosotros. Somos nosotros los que los dejan pasar en paso preferente o les saludan por el simple hecho de aparentar. Siempre nos escusamos en los políticos locales para no mirarnos a nosotros. Es un hecho, son criaturas nuestras.
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