sábado, 20 de octubre de 2012

Más latifundio, menos riqueza


 El vino de Jerez es maravilloso. Es una prolongación de nuestra tierra, de nuestro clima, del carácter y la idiosincracia del jerezano y su entorno. El problema de nuestra tierra es que su riqueza, esa que se genera de la exportación de sus botellas al extranjero, antes quedaba en forma de sueldos para los trabajadores de bodegas y de fábricas como tapones, cartones y botellas, pero ahora sobrevuela nuestras cabezas, en el mayor número de casos, sin repercutir sino una milésima parte de sus beneficios al término municipal de Jerez.

Las bodegas o son muy grandes de un sólo/familia terrateniente o son multinacionales y su riqueza cada vez queda en menos manos, grandes oligarcas económicos y empresas externas que no tienen aquí más que la marca. Eso perjudica el desarrollo familiar o pequeño de nuevos productores (diversificación de empresarios y riqueza) y perjudica ciertamente a la población de Jerez que además de verse privada de grandes extensiones de terreno de su municipio que se dedican exclusivamente al vino a favor de unos cuantos no son empleados en la recolección o distribución del vino salvo en vendimias (cuando no se han implantado las máquinas recolectoras).

Por eso, porque no se puede depender excluvimente del vino, cuya riqueza no revierte en la ciudad sino en una ínfima parte, soy cada día más partidario de que las explotaciones agrícolas se diversifiquen en nuestra tierra. Jerez es un término extraordinario para la explotación intensiva de productos agroalimentarios. El problema (también derivado de lo que anteriormente he expuesto) es que en Jerez el 45 por ciento de la superficie se concentra en parcelas con más de 100 hectáreas (257 de las 9.715 con las que cuenta el municipio), de modo que una gran minoría de parcelas concentra la mayor parte de la extensión total. Las parcelas con menos de 10 hectáreas alcanzaron la cifra de 7.928 en el año 2005, lo que representa más del 80 por ciento del total de parcelas y el 13 por ciento de la superficie municipal. Por ello este es un gran obstáculo de nuestro término municipal en su carrera hacia la diversificación de los cultivos. Grandes extensiones en manos de unos pocos y además con cultivos como el de Girasol que ocupan casi un treinta por ciento del total de la zona del Guadalete (básicamente para obtener subvenciones).

Aunque los datos son de 2009 (lo únicos que he podido conseguir) se ve -en las imágenes- que lo que verdaderamente perjudica a nuestra zona del guadalete es un déficit en la balanza comercial (cuanto tendrá que ver los gigantes de los centros comerciales), que por cierto es el mayor de Andalucía y repite números rojos. En lo que respecta a productos, el mayor volumen de exportaciones son los hortofrutícolas (superan a lo demás exponencialmente) mientras que, paradójicamente, el sector de bebidas es deficitario. No es casualidad que Almería sea todos los años la zona andaluza que obtiene un mayor saldo comercial positivo. 

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