Cuando alguien trabaja el derecho a unas vacaciones se hace imprescindible. El esparcimiento de la mente divagando por otros derroteros de los que habitualmente se dedica es tan necesario como saludable y un requisito imprescindible para obtener el adecuado rendimiento en el desempeño de su labor diaria. Pero cuando un ciudadano comprometido moralmente con su ciudad conoce que sólo el 27% de la ciudadanía de Jerez trabaja y, por lo tanto, tiene derecho a unas vacaciones, no se puede estar sino inquieto socialmente.
Existen demasiados desempleados en Jerez y nuestra zona de influencia para que podamos sentirnos moralmente satisfechos con nuestro derecho de vacaciones que seguramente se merece igual o más que siempre. Porque habitamos una sociedad llena de discriminaciones y quizás el hablar una y otra vez sobre el derecho a descanso riñe y contrasta con todas las personas que malviven en nuestra ciudad, aunque no las veamos. ¿Qué descanso, qué vacaciones o qué derecho tienen esas 30 mil personas que se encuentran en desempleo? No. Éticamente no se puede estar satisfecho con la sociedad que da derechos a descanso a disfrutar a unos y da descanso permanente en pobreza a otros. Esta sociedad, lejos de ese individualismo que ha fomentado, es una comunidad.
Ahora, los políticos, aquellos que no han hecho lo suficiente para que haya tanto pobre, afirmarán que tienen su derecho a descanso y a vacaciones. Visitarán países lejanos sin pensar lo que dejan atrás. Mirarán para otro lado cuando pasen en las cercanías al Salvador en las noches de verano. Dormiran en su casa de la playa sintiendose privilegiados por un trabajo que no hicieron ni la mitad de bien.
Cuando alguien trabaja debe tener el derecho a unas vacaciones. Por esa misma regla, el que no hace bien su trabajo, no debería tener ese mismo derecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario