La ciudad no existe. Son ladrillos puestos uno tras otro durante cientos de años. Lo que verdaderamente nos une a esos ladrillos que nos rodean son las tradiciones, que recordamos año tras año y nos conectan con las piedras de nuestra ciudad. Las tradiciones son el vino que llena la copa, que dá sentido a la ciudad, a sus calles, a sus iglesias, a sus parques.
Me hace gracia cuando la gente critica la semana santa, la feria o las zambombas. Amigos, con ello no critican la fiesta o los borrachos que siempre habrá, no. Amigos, están criticando lo que verdaderamente da sentido y contenido a la ciudad de Jerez. Su tradición es el pegamento, la argamasa que cimienta nuestra ciudad, la une, la transmite, la celebra, la promociona. Es la sangre que corre por sus calles.
Por eso. No piensen que la Zambomba está mal o bien celebrada o celebrarla. La Zambomba es pegamento de la vida de unos ciudadanos con su Ciudad. Es la historia de una ciudad contada por unos ciudadanos que repiten sus rituales hasta la eternidad. Y sí, es cemento y cimiento de los ladrillos de la ciudad que nos vio nacer. Y esa historia se hace día a día.

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