Intenten recordar. Piensen en algún momento de su vida en la que alquien ríe a su lado. Seguramente si se ponen a recordar las circunstancias de aquella risa, también podrán comprobar que lo estaban pasando muy bien, juntos, lejos de la ordinaria mediocridad de estos tiempos. La risa de alguien hace su momento excepcional, agradable, memorable, como un escudo indestructible frente a la mediocridad.
Son tiempos serios los que ahora vivimos. Tan serios que la risa clara y sincera está en peligro de extinción. El miedo nos provoca haber desterrado nuestra risa más profunda de nuestra vida. Tristemente subestimamos el encontrar el sentido de la alegría a las cosas, como si fuera algo que no necesitamos o un peso negativo si lo hacemos en demasía.
Porque sí, a mi me han llegado a acusar de reírme demasiado. Como si se sospechara de la persona que se divierte de la alegría de vivir, como si fuera un instrumento del que ridiculiza y no del que encuentra el sentido a las cosas. La risa mata al miedo, recuerden. Y hay que hacerlo sin mesura, porque es lo único que nos queda ante tanta mediocridad y miedo. Es lo unico que nos sorprende, espontánea. Es lo único que permite encontrar nuestra propia libertad. Es aquello que conecta sin esperarlo con el verdadero sentido de la vida.

No hay comentarios:
Publicar un comentario