El rey no es rey. Reina sin reinar, escondido en su dorado palacio, encerrado en un castillo constitucional de artículos bastardos. Con un presidente sin presidir, timador fatal y vendedor de engaños. Proclive a la perdición, de toda estirpe y ambición. Que vive del error que otro cometió y vende a su madre por un plato de arroz.
El parlamento ya lo es de justicia, poca, con leyes y sentencias, absueltos y delincuentes. Donde hay poca justicia, es un peligro tener razón (Quevedo) y la razón se ha perdido, como la legitimación. Un país sin rey, parlamento, presidente y justicia. Una mentira, sin cabeza.
Qué legitimidad le queda a Hacienda para recaudar, ninguna. Cuál tendrá el parlamento para legislar y al rey para reinar, ninguna. A la policía para reprimir, cero. Haciendo Sentencias, exculpaciones, condonaciones y pactos políticos con amnistía, el Delincuente de la Moncloa ha vulnerado constitucionalmente la igualdad, la separación de poderes y la justicia. Toda una hoguera de la constitución, en plaza pública. Un nuevo régimen inconstitucional.
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