Me levanto preguntándome hoy dónde se encuentra el Pendón histórico de la ciudad de Jerez. Debo ser el único, en el día del Patrón, que se hace esta pregunta. Único porque unos son ineptos y no saben qué hacer, otros mentirosos y decían que iban a hacer y los últimos por estúpidos y no querer hacer. Sea por una u otra cosa el pendón centenario de la ciudad, razón de este día de festividad en Jerez, debe yacer en algún vertedero, de basura o de palacio, que aprecie más su valor. Descanse en paz, como nuestra conciencia. Debe ser que las tres categorías de jerezanos que hoy día nos encontramos (el tercio empleado, el tercio pensionista o el tercio desempleado) en esta torticera sociedad en crisis busca más conservar el empleo o la pensión o encontrar un empleo, respectivamente, que otra cosa. Ya lo decían los filósofos griegos, para pensar hay que tener el estómago lleno. Y tenían razón.
Y aunque pasan los días tan rápidos como anestesiados en Jerez, hay dos aspectos que debo mencionar en esta reflexión en un día festivo. Primero el de una noticia que parece haber pasado desapercibida para la gran mayoría de los jerezanos; "la vendimia del Marco de Jerez renuncia a la corta de uva a mano". Ahora, fruto de estos tiempos modernos que cuentan con vendimiadoras mecánicas, la recolección de la vendimia cuenta solo con 400 jornaleros. Es decir, un sector que ha generado la riqueza de nuestro término municipal y que daba empleo a miles y miles de trabajadores, jornaleros, toneleros, vendimiadores ... solo cuenta con 400 jornaleros. Pero recuerden que las hectáreas de cultivo no es que se hayan reducido sino que se han incrementado. Que nos lleva otra vez al problema, tan reiterado en este bloc, de la diversificación del cultivo en Jerez y el gran perjuicio del latifundio de Multinacionales de los campos jerezanos.
No nos estamos dando cuenta que nuestro término municipal padece de un latifundio que se basa en monocultivos y que supone riqueza para los accionistas de estas multinacionales, sobrevolando nuestras cabezas. Mientras, en Jerez, solo quedan cuatrocientos jornaleros que poco a poco van a ir siendo sustituidos y unos cuantos trabajadores en bodegas que parecen más depósitos de vino que empresas productoras. Esa es la realidad que se está imponiendo. Y es curioso que a la vez, en el inconsciente de los ciudadanos de este término municipal, se consolida la progresiva falta de identificación del Jerezano con su vino, sea porque no participa y conoce de su elaboración -porque ya no trabaja ni el campo ni en la bodega- sea porque no recibe riqueza alguna de su producción, y eso, no me cabe duda, es una desgracia para todos.
Estamos viviendo la era de que el Vino de Jerez ya no es de su ciudad, de su población o de Jerez sino que es Multinacional, perdiendo identificación e idiosincrasia. Así es y así seguirá siendo en la próxima década, por mucho que tengamos el reclamo de nuestra feria; donde se bebe más rebujito que vino de Jerez.
El segundo aspecto a destacar en esta festividad de Jerez.
En la sociedad colectiva, política o cultural, social o económica, jerezana, no encuentro acción, actuación o declaración que refleje la consecución de un fin general, público, impersonal o colectivo. Es decir, todas las acciones, vengan de donde vengan, se encuentran marcadas por un interés personal, partidista o propio. Así el interés de la ciudad, de los jerezanos en su generalidad, no existe de la vida social y pública de nuestra sociedad local.
Solo hay que ver los titulares de prensa para darse cuenta de ello; que si un sector de profesionales reivindica esto, que si la alcaldesa busca un crédito para pagar los enchufados del ayuntamiento, que si un partido político publica una contestación por aquello, que si una asociación de vecinos denuncia una dejación en una barriada, que si la barriada no cuenta con servicio de limpieza ... etc. Es decir, se acabó el interés global por proteger el culo propio. Se terminó el bien general por el particular. Se impuso reclamar primero una calle y antes que la ciudad. Es una vorágine individualista que lleva a una política de parches y caníbal, olvidando el sentido comunitario que un día como el de hoy, festividad de la Ciudad, nos debe hacer entender.
Supongo que tendrá que ver el sentido individualista de la sociedad de hoy en día y la falta de escrúpulo de los políticos que dirigen su acción social y económica en favor de determinados sectores, habitualmente mejor favorecidos (cuando no el suyo), en detrimento de otros. La reacción es denunciar, demandar, reclamar desde el individualismo, perdiendo la idea de comunidad y solidaridad que tanto necesitamos hoy en día.
Por eso, cuando entendamos esto, supongo que el día de Jerez comenzará a considerarse como algo de todos y no solo para unos pocos. Y no habrá que poner un toro mecánico para atraer a las familias con niños para llenar el centro. Y la gente reclamaría dónde está el pendón de su ciudad porque se tomaría como algo colectivo a conservar. Y la conciencia de pueblo individual se tornará como conciencia ciudadana colectiva. Pero mucho tendrán que cambiar las cosas y los gobernantes locales. Con esa sarta de charlatanes vividores que solo conocen el ego y lucro personal. Y mientras no cambie San Dionisio será un día festivo, no el de Jerez. El día de los empleados que descansan y de los parados que piensan. Un día triste, donde se traslada un pendon. Uno que confeccionaron porque olvidaron el otro.
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